Historia | Steps 4 Success

¿Cómo tres estudiantes de Arquitectura cambiaron el mercado de la recaudación de fondos para siempre?


Toda gran historia tiene un humilde comienzo, y esta no es la excepción. Durante su último año universitario tres jóvenes del programa graduado de la Escuela de Arquitectura decidieron utilizar sus conocimientos técnicos en diseño para crear la plataforma de recaudación de fondos más utilizada en Puerto Rico. Hoy en día decenas de miles de grupos se han beneficiado de la creatividad de estos jóvenes. A continuación queremos compartir con ustedes una historia única, llena de retos y sacrificios, pero sobre todo llena de aprendizajes y satisfacciones.

¿Cómo comenzó la principal compañía de recaudación de fondos en PR?


Por primera vez, compartiremos con todos ustedes algunas de las muchas historias personales de los fundadores de este proyecto llamado Steps 4 Success. Esperamos que nuestras palabras sirvan de estímulo a todos esos grupos con los que colaboramos y, sobre todo, a los miles de jóvenes puertorriqueños con ganas infinitas de alcanzar sus sueños.



Nuestra aventura comenzó durante nuestra ajetreada vida universitaria a mediados del 2010. En ese tiempo éramos 3 amigos que formábamos parte del programa graduado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico. Inmersos en proyectos de tesis, clases a tiempo completo y trabajos a tiempo parcial comenzamos juntos a delinear nuestro futuro, como se podría esperar de cualquier estudiante en su último año universitario. En una de esas muchas conversaciones casuales, uno de nosotros (Arnaldo) mencionó la idea de comprar una máquina láser (laser cutter) para diseñar y construir collares deportivos que pudiésemos vender al por mayor. De primera intención, yo personalmente (José), no le presté mucha atención al comentario pero días después rondaba en mi mente aquella idea sobre los collares. Imaginé que podríamos diseñarlos y manufacturarlos en cantidades inmensas para abaratar costos y venderlos a todos aquellos grupos que necesitaran recaudar fondos.
De primera instancia, sonaba un poco descabellado incluir en el análisis de nuestro futuro ‘el diseñar collares’ entre opciones como buscar trabajo en alguna prestigiosa firma de arquitectura o simplemente comenzar una propia, nuestras mentes visualizaron grandes oportunidades que podían surgir de aquella simple idea. La verdad es que la parte seductora no era simplemente el ‘diseñar collares’, era el reto de envolverse en el mundo de los negocios, pues para nosotros convertirnos en empresarios era en definitiva una gran aspiración.



Una o dos semanas después, luego de mucho análisis, decidimos (José, Arnaldo y Esther) dar el paso al frente e intentar convertir nuestra idea en una realidad. Así que seleccionamos el Starbucks más cercano y, como típicos estudiantes de arquitectura, nos sentamos como máquinas día tras día y semana tras semana a trabajar por horas delineando ideas, diseñando prototipos, desarrollando un modelo de ventas, discutiendo precios, analizando materiales de fabricación, negociando con decenas de manufactureras, entre un sinfín de tareas. Cabe destacar que nos sentíamos invencibles en el proceso, desarrollando nuestra propia compañía. Pero, al cabo de algunas semanas, comenzamos a sentir el peso de la realidad, pues lo que teóricamente parecía una simple tarea se convirtió en uno de los retos más grandes de nuestras vidas. Pongamos en perspectiva que ninguno de los 3 veníamos de familias adineradas, tampoco conocíamos empresarios ni mentores exitosos que pudiesen guiarnos a través de este pantano lleno de retos infinitos. No obstante, todos nosotros sí compartíamos padres y madres que nos enseñaron a través de su ejemplo que la vida se trataba de trabajar duro y perseverar, así que continuamos hacia adelante a paso firme.



En los principios de esta gran aventura, nuestros días y nuestras noches se dividían entre entrenar personal de venta, convencer prospectos, manejar contratos y negociar con manufactureras; entre el diseño de nuestros primeros productos, nuestra primera página web y nuestras primeras promociones; entre usar nuestros ahorros, solicitar prestamos estudiantiles y conseguir prestamos personales. Esos primeros 6 meses pasaron literalmente a alta velocidad, trabando más de 12 horas al día. En el proceso comprendimos que el éxito requeriría de nosotros muchísimo más que diseñar una colección de collares (que con el tiempo se convertiría en uno de los fundraisers más utilizados en Puerto Rico). La segunda etapa de nuestra nueva vida empresarial, las ventas, requería comenzar desde abajo, desde bien abajo, y así lo hicimos. Cada día desempeñábamos distintos sombreros, éramos diseñadores, vendedores, entregadores, cobradores, recepcionistas, administradores y todos aquellos puestos necesarios para correr nuestra compañía.

Por meses y meses durante el día nos dedicábamos los tres (Arnaldo, José y Esther) a visitar las escuelas y los colegios de Puerto Rico y en las noches a realizar presentaciones a las clases graduandas y a los equipos deportivos. A pesar de que el proceso fue sumamente exhaustivo, las primeras ventas que surgieron nos brindaron la gasolina emocional para continuar adelante. Nos parecía increíble el hecho de que decenas de grupos que recaudaban fondos adquirieran la mercancía que nosotros mismos diseñamos, a través de un sistema de compra y venta que también creamos desde cero. Para los equipos deportivos y las escuelas esas primeras ventas eran simplemente un producto para generar ingresos, pero para nosotros sus compras eran un tributo a nuestros esfuerzo y a nuestra capacidad de sobrevivir a esas primeras fases de la vida empresarial.



En el primer año la totalidad de los ingresos se dirigía al pago de la mercancía, a las comisiones y a los pagarés de préstamos, nosotros por otro lado sobrevivimos de sueños y de la esperanza de lograr nuestras metas, y precisamente eso era lo que nos impulsaba día tras día. En esa época movimos nuestro lugar de trabajo, Starbucks, a lo que en algún momento fue nuestro hospedaje universitario. En esos tiempos ya teníamos que lidiar con cientos de papeles, contratos, promociones y un inventario de más de 50,000 productos que necesitábamos almacenar. Así que nuestro ‘headquarter’ estuvo ubicado por algún tiempo en Río Piedras. Literalmente vivíamos entre miles de collares que guardamos en uno de los cuartos (donde mismo dormía uno de nosotros) y trabajábamos entre escritorios que ocupaban la sala y el comedor de un pequeño apartamento. Y, pese a las miles de dificultades, todavía nos sentíamos invencibles, pues controlábamos nuestro propio destino.

Los primeros 3 años fueron más fuertes de lo que jamás hubiésemos podido imaginar, sobrevivir en una economía tan lastimada como la nuestra no fue tarea fácil. En esos primeros años aprendimos que el mundo de los negocios es una carrera a alta velocidad donde debes aprender a substraer lo que funciona de lo que no. Y partiendo de esa premisa implementamos decenas y decenas de estrategias. Aparte de las ventas de recaudación de fondos, personalizamos productos, abrimos tiendas en centros comerciales, manejamos varias tiendas virtuales, desarrollamos un sistema de ventas por catálogo, negociamos con cadenas como Walmart, intentamos vender nuestro producto principal en los Estados Unidos, participamos en eventos deportivos, comenzamos a distribuir los bizcochos de Myrna’s Sweet, luego los productos de Cielito Rosado y nos convertimos en distribuidores de Mars Caribbean. Todo eso en los primeros tres años.



En ese transcurso de tiempo fuimos eliminando todos los proyectos que no funcionaron, consolidamos algunos y re-enfocamos el 100% de nuestros esfuerzos en ayudar a grupos y personas a recaudar fondos. Poco a poco comenzamos a ganar terreno en ese mercado, colegio a colegio, escuela a escuela, iglesia a iglesia… De pronto, nuestra pequeña compañía comenzó a funcionar y luego a crecer. Aparecieron salarios, contratamos empleados, implementamos aumentos, adquirimos nuevas facilidades, llegaron clientes importantes y, casi sin darnos cuenta, comenzó una estabilidad y un crecimiento que durante un largo tiempo pareció inalcanzable e inaccesible.

A finales del 2015 habíamos convertido aquella idea de 3 soñadores en el principal proveedor de productos para recaudar fondos en todo Puerto Rico. Hoy en día (2018) distribuimos anualmente más de 2 millones de chocolates para recaudar fondos y hemos manufacturado más de 1 millón de productos personalizados.


Les adelanto que esta aventura continua, ahora con más proyectos, más planes y más ambiciones que nunca…

Te invitamos a descubrir aun más sobre nosotros